12.09.2010

Literatura y Cine

Alguana vez escribí, que para poder disfrutar de la vida se necesita de tiempo y espacio. Espacio para poder ser y tiempo para poder hacer. Para poder disfrutar de la literatura o del cine se necesita de un espacio, recursos y de tiempo. Acabo de escuchar por YuoTube.com el discurso de Mario Vargas Llosa con motivo de haber ganado el premio Nobel de literatura. En la última parte de este discurso alaba el liberalismo democrático, y comenta que aunque no es perfecto, es lo mejor que nos ha pasado, pues mantiene las libertades e incluso los derechos humanos. También resalta que después de la desaparición de los regímenes totalitarios, aún hoy estamos presa del temor por los ataques terroristas, no aclara de quién, no se arriesga a señalar etnia o grupo humano, pero si señala que de nuevo estamos bajo el miedo. Otra idea bastante pedestre es aquella sobre la función social de la literatura en cuanto lleva al humano a apreciar de otra forma la realidad en la que está inmerso. Yo pienso a estas ideas de Mario, todo lo contrario. El premio Nobel, para quienes no saben su historia, fue instituido por Alfred Nobel, un químico sueco que se enriqueció con el invento de la dinamita. En su testamento dejo constancia para sus herederos de la creación de cinco premios: literatura, física, química, medicina y paz. Creo que es bastante irónico e incluoso cínico que quien se hubiera dedicado hacer de la guerra su forma de vida, se haya preocupado por premiar a quienes "luchan" por conseguir la paz. Por cierto este premio ha sido otorgado a humanistas de la talla de Henry Kissinyer, asesor de Richard Nixon durante la guerra de Vietnan. Ya que me he desviado del discurso de Mario a la historia de los premios Nobeles, dejen me contarles por quien conocí la historia del Nobel. Fue por Einstein. Einstein también me dejo una gran lección sobre el pacifismo. Durante la segunda guerra mundial, él había huido del nazismo y se había instalado en Estados Unidos. A comienzos de la segunda guerra mundial, Einstein escribió un carta al presidente norteamericano, Franklin Roosevelt, en esa carta instaba al mandatario a que se invirtiera todo lo posible en recursos como en genealidad para desarrollar la bomba atómica antes que los nazis. En ese tiempo aún Einstein no era un pasifista. Lo más gracioso fue que el programa de la bomba se llevó a cabo, pero no contó con la ayuda de Einstein, en quien el gobierno de Estados Unidos no podía darse el lujo de confiar dado que había sido un ciudadano alemán. El próyecto fue llamado "Manhattan" y dirigido por el físico Julius R. Oppenheimer.

No es por esto raro que quien de una manera u otra se lucra como Mario, de la fantasía que recubre la inacción política, deba alabar la ley del mercado. Si bien es cierto que hay muchos analfabetas en el mundo, es también cierto que la literatura es un gasto inncesario cuando se tiene hambre, y ninguna novela ha podido ni podrá hacer el trabajo de cambiar lo que requiere acción decidida humana. Aunque gusto del cine, puedo decir sobre la literatura que es una forma vil de escapismo, y además en exceso produce miopia, porque los ojos sólo se acostumbran a ver lo que tienen en frente a no más de 30 o 45 centimetros. Cuántas veces, y cuántos de nosotros, disfrutamos con ver o leer lo que no nos atrevemos a hacer. En vez de salir a la calle y buscar una bella mujer para charlar y tal vez hacer el amor, preferimos ver una buena cinta o leer un buen libro donde vemos o describen lo que no hacemos. Es necesario inculcar el hábito de leer, esta necesidad creada es el motor del negocio de las casas editoriales, quienes venden libros, revistas y periódicos. Yo prefiero salir a la calle, viajar a través de la ciudad en bicicleta, charlar con otro humano durante horas. Se nos ha enseñado que parte de la alta cultura es poder recitar o comentar los argumentos y desenlaces de las obras literarias que una época hace importantes, aún cuando su autor haya muerto en el anonimato, la indigencia o el infortunio. Yo he leido a traves de mi vida más de una veintena. Como olvidar la grata lección de Madame Bovary, quien se casa sin amor con un hombre pedestre y llano que no puede satisfacer ninguna de sus aspiraciones, pero que trata de complacerla en todo lo que puede, que maravilla de universo humano, una nujer que siente odio y asco de vivir con el médico rural, pero que no deja de esprimirló económicamente para satisfacer sus caprichos. Es interesante ver que entre peor es la descrpción de un personaje se le considera más humano. Recuerdo a Dorian Grey, un hombre dotado de todos los dones de la aristocracia, pues no necesita trabajar para vivir y además de ello y gracias a un inexplicable fenomeno no envejece. Lo único que hace a través de todo el libro es menospreciar y humillar a todos sus semejantes, y visto de cerca es una persona llana y aburrida que siempre está buscado satisfacción a costillas de los demás.